Claudio Bergamaschi (50) es un hombre que eligió mantenerse al margen de los medios para dirigir toda su energía a encontrarle algo de sentido a la muerte de su hijo Stéfano.
El sinsentido, precisamente, fue y es algo que permanecerá para siempre, ese sentimiento de injusticia que propone exigir al máximo el poder de reflexión para intentar entenderlo. Pero, con la tragedia consumada, la fuerza de Claudio Bergamaschi se orientó a buscar que su sufrimiento y el de toda su familia sirviera para algo.
El proceso duró un poco más de un año, desde aquella fatídica medianoche del 29 de julio de 2009 cuando su hijo Stéfano Bergamaschi (16) murió de un disparo en el abdomen, hasta el lunes, cuando la Justicia condenó al autor del crimen a una pena de 15 años de cumplimiento efectivo en una prisión para adultos. El asesino, uno de los peores y más peligrosos delincuentes de la ciudad, ahora tiene 18 años y su nombre es un misterio para la sociedad, ya que las autoridades judiciales no permiten a los medios publicarlo.
Ese asesino que escuchó sin inmutarse la sentencia y que causó el quiebre de Claudio por primera vez desde que se desarrolló el juicio oral en el Tribunal de Menores.
"En todas las otras audiencias me había mentalizado para poder soportarlas -dijo Bergamaschi-, porque estar frente a la persona que se adueñó de la vida de mi hijo y nos arruinó la nuestra, la de mucha gente, no era sencillo. Estaba mentalizado como un deber, como un trámite que tenía que cumplir para que el Estado diera una respuesta no a nosotros solamente, sino a la sociedad toda".
-Al menos se pudo llegar a un final que dentro de todo lo trágico por lo que debieron atravesar tiene un significado...
-Creo que todavía es un comienzo. Esto vendría a ser el final del principio, porque no se terminó acá, esto continúa. Veo que no podemos desatender la situación porque siguen algunas incertidumbres, en especial en la ejecución y el seguimiento de la pena.
-¿Por qué?
-Porque si bien hasta ahora la Justicia respondió de manera satisfactoria, si bien las resoluciones fueron dadas acordes a lo que se podría llegar a pretender, el Tribunal derivó la ejecución a los jueces Darmandrail y Salas. Estos dos jueces en su momento se excusaron, se declararon incompetentes para juzgar al asesino. Si hasta parece una incoherencia, que esta gente sea la encargada del seguimiento, ya que no fueron capaces de hacerlo en los años anteriores, cuando ellos podían haber evitado que delinquiera de manera tan violenta y reincidente.
-¿El fallo lo conformó? Cualquier persona puede suponer que para ustedes, 15, 16 ó 18 años es lo mismo...
-Sí, no cambia mucho. No puedo decir que sea gratificante, sólo es la respuesta que el Estado debía a la sociedad. La calidad de la pena es lo que importa. No es lo mismo 20 años en un jardín de infantes como lo hacían con esta persona hasta ahora, cuando llegaba a la mañana y antes del mediodía se iba, no es lo mismo que darle 10 en adultos. Jamás le hicieron ver la gravedad de sus actos. Quiero que viva una pena penitenciaria, que no se escape. Y también quiero otras cosas que pasan por dentro de mi cabeza, pero que me las reservo.
-Recién hablaba de la respuesta a la sociedad, en este caso la pena no sólo es en función de lo que hizo sino también para sacar de la comunidad a un individuo con una peligrosidad que la gente que no está cerca del caso ni imagina.
-Ni imagina lo que es esta persona. En los últimos informes de los peritos, la psicóloga y el director del instituto cerrado de Batán coincidieron en que este chico no tenía necesidad de cambiar su forma de ver las cosas, que no veía su proceder de manera negativa. Para tener una idea más cabal, esta persona a los 7 años tuvo los primeros síntomas de delincuencia y como siempre su accionar le dio resultados, no lo vio como algo malo. Era en su ámbito una persona exitosa y se autoproclamó carismático ante los psiquiatras.
-¿No solo cometía delitos, sino que tenía influencia en los demás?
-Totalmente. Fue aceptado por sus pares, lideraba y los ponía a prueba no aceptando la falta de decisión, los incitaba, provocaba a todos para que estuvieran al borde del delito, no midiendo consecuencias y decidido a poner en peligro la vida de los demás y la propia. Es una persona nociva para la sociedad común y es generadora de delincuencia.
-El caso de Stéfano puede ser considerado como el primero en el cual se encarcela a un menor...
-Para nosotros es importante porque se trata de haber condenado a un menor, es un caso que marca un precedente. La intención del caso de Stéfano es que sirva de caso ejemplo, que la condena, el enjuiciamiento a este menor, algo que le temían las autoridades, sirvan para la sociedad y especialmente para la comunidad delictiva. Que vean que a quien tenían como ejemplo de delito, y se lo respetaba por la calidad de sus actos, está entre rejas, condenado. Que los delitos se pagan, aunque sea un menor.
Fuente:http://www.lacapitalmdp.com